LOS OFICIOS DEL ESPÍRITU SANTO

                                   LOS OFICIOS DEL ESPÍRITU SANTO        



(Juan 16:8–11)

1. Para convencer al mundo de pecado: El pecado de rechazar a Cristo fue aquel que el Espíritu fue más particular en revelar al mundo …


a) Éste es el oficio que el Espíritu ejecutó entre los judíos.
b) Luego le descubrió en su totalidad por medio de los milagros hechos por los discípulos.
c) Este oficio es aún ejecutado por la Iglesia Cristiana:
—El testimonio externo que Él dio permanece igual a través de todas las edades.
—El testimonio interno lo tienen sólo aquellos a quienes el Señor ha dado vida eterna (1 P. 1:5).

2. Para convencer al mundo de justicia: que Cristo era una Persona justa, y que por medio de su justicia otros pueden también salvarse (Is. 45:24):


a) Él muestra al alma la idoneidad y absoluta suficiencia de la justicia de Cristo para todos aquellos que confían en ella (vs. 14).
b) Por medio de Su influencia de gracia Él ha rescatado a miríadas de personas del poder del mal, y les ha inspirado con una santa confianza para que puedan prevalecer hasta el fin sobre sus enemigos espirituales (2 Ti. 1:12).
c) A pesar de que Satanás es sumamente malicioso y está siempre activo, su cabeza ha sido herida (Gn. 3:15), su poder está limitado (Ap. 2:10; 1 P. 5:8), y su destino final ha sido establecido (Ro. 16:20).

3. Todos los verdaderos cristianos han recibido el Espíritu para los fines y propósitos para los cuales Él ha sido prometido. Si no tenemos esta evidencia de nuestra conversión a Dios, en vano será mantenemos ortodoxos en nuestros sentimientos.

4. De consolación:


a) ¿Nos inclinamos avergonzados con un verdadero sentido de pecado? Podemos estar seguros de que Cristo ha enviado Su Espíritu para obrar en nosotros dicha convicción; y que, si somos constantes en la oración, Él por el mismo Espíritu, nos guiará a una visión completa de Su justicia.



b) ¿Estamos prontos a desalentarnos a causa del poder del pecado? La resistencia con la que el Espíritu Santo nos ha capacitado, según Ro. 8:37, nos hace «más que vencedores».


«Cuando un hombre es herido con una flecha, las agonías que sufre le hacen revolverse de dolor, pero cuanto más trata de quitarse la flecha enterrada en su carne, más se enreda ésta en fibras de sus músculos y peor es la herida y más fuerte el dolor. Cuando, por el poder del Espíritu Santo, un hombre se da cuenta de la horrible llaga que le ha ocasionado su pecado, y las flechas del Altísimo rasgan su alma, a menudo trata de quitárselas con su propia mano, sólo para comprobar que su miseria se vuelve mucho peor y su herida se hace aún más dolorosa. Únicamente el Gran Médico de las almas sabe como aliviar el dolor sin rasgar ni destruir el espíritu».

«Recordad lo que es el pecado del cual Él nos convence: el de no creer en Cristo. Toda otra convicción de pecado sería sin esperanza, pero en la convicción del Espíritu Santo, va conjuntamente la esperanza y la solución final. Si tenemos un profundo sentimiento del pecado de no creer en Cristo, debemos de sentir al mismo tiempo que Cristo vino para quitar este pecado juntamente con todos los demás» .

«No hay lugar tan secreto, ni sistema tan santo donde no hayan tentaciones o adversidades. No hay hombre que esté completamente a salvo de las tentaciones mientras viva en esta Tierra, puesto que la raíz de toda tentación está dentro de nosotros mismos, en la que somos nacidos en el deseo de la maldad» .

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